Un secretario de la embajada de Ibn Fadlan que entre el 921 y el 922 se encontraba en algún lugar de Volga cuando presenció y relató el entierro de un gran hombre.
"Ya me habían contado muchas veces que después de
la muerte de sus caudillos hacen cosas de las cuales la menos importante era la
incineración del cadáver. Yo estaba muy interesado por poner aquello en claro. Un día
me enteré de que uno de sus jefes más prestigiosos había muerto. Lo metieron en la
tumba y lo tuvieron diez días, mientras se afanaban en cortar y coser sus trajes.
"A los súbditos más pobres les hacen un pequeño barco, los meten dentro y les prenden
fuego. Pero si se trata de un potentado, reúnen todos sus bienes y los dividen en tres
partes. Una tercera parte la recibe la familia, con otra tercera parte preparan los vestidos y
con la tercera restante fabrican "nabid" (una bebida alcohólica, probablemente hidromiel).
Porque se vuelven locos por el nabid y lo beben día y noche. Bastante a menudo ocurre
que uno de ellos muere con la copa en la mano.
"A la muerte de un caudillo, los miembros de la familia preguntan a las esclavas y a los
criados: "¿Quién de vosotros quiere morir junto con él?" Entonces uno de ellos responde:
"Yo". Y después de haberlo dicho, está obligado a cumplir su palabra. No tiene ya libertad
para volverse atrás. Aunque quisiera hacerlo, no se lo permitirían. La mayor parte de
quienes dicen "yo" son esclavas.
"Cuando murió, pues, el hombre que he mencionado, preguntaron a sus sirvientas:
"¿Quién de vosotras quiere morir junto con él?" Y una respondió: "Yo". Encargaron a
otras dos esclavas que la vigilaran y que estuvieran a su lado, adondequiera que fuese.
Luego empezaron a arreglar las cosas del amo, a cortar sus trajes y a prepararlo todo
según correspondía. Mientras tanto la esclava bebía y cantaba todos los días con una
alegría que reflejaba una gran felicidad.
"El día en que tenían que incinerar al muerto y a su sirvienta, fui al río donde estaba el
barco. Ya lo habían sacado a tierra. Cuatro pilastras angulares de abedul y de otras
maderas estaban preparadas y alrededor se alzaban grandes imágenes de madera
parecidas a personas. Entonces tiraron del barco y lo izaron encima de los soportes.
Mientras tanto, los hombres iban de aquí para allá y decían palabras que yo no
comprendía. Ínterin el muerto seguía aún en su tumba. Luego colocaron una banqueta
en el barco y la cubrieron con cojines, brocado griego de seda y almohadas del mismo
tejido.
"Después se acercó una mujer anciana a la que llamaban Ángel de la Muerte. Era un
mujer gigantesca, vieja, gruesa y de expresión sombría y cuya misión consistía en vestir al
difunto y en matar a la esclava elegida. Sacaron al muerto de su tumba y le quitaron las
ropas con las que había fallecido. Observé que estaba completamente negro, pero lo
curioso es que no apestaba y en él nada había cambiado excepto el color de su piel.
Luego lo vistieron con calzones, pantalones, botas, casaca y abrigo de tela bordada de oro
y con botones de oro, le encasquetaron una gorra de seda adornada con piel de marta y
lo llevaron a la tienda de campaña que había en el barco. Allí lo colocaron sobre mantas
mullidas y lo sostuvieron con cojines.
"A continuación trajeron nabid, frutas y hierbas aromáticas, que colocaron junto al
muerto. También depositaron pan, carne y cebollas. Luego cogieron un perro, lo
despedazaron por la mitad y lo llevaron al barco. También dispusieron junto al difunto
sus armas; trajeron dos caballos, los hicieron correr hasta que el sudor los empapaba, los
despedazaron con sus espadas y arrojaron los despojos al barco. Asimismo
descuartizaron dos bueyes, que corrieron igual suerte. Finalmente vinieron con un gallo y
una gallina, los mataron y los arrojaron al barco.
La esclava que había deseado que la matasen iba entre tanto de una a otra tienda de
campaña y cada propietario cohabitaba con ella y le decía: "Comunícale a tu señor que
hago esto por ti".Cuando llegó la tarde, arrastraron a la esclava hasta un armazón por el estilo de un marco
de puerta y la elevaron tanto que rebasó el armazón y le hablaron en su lengua. Esto se
repitió tres veces. Luego le alargaron una gallina, la esclava le cortó la cabeza, lo mismo
que a un gallo y los arrojó al barco. Le pregunté al intérprete qué significaba todo aquello.
"Él contestó: "Cuando elevaron por primera vez a la sirvienta, ella dijo: "Mira, veo a mi
padre y a mi madre". A la segunda vez, dijo: "Mira, veo a todos mis parientes difuntos". A
la tercera vez dijo: "Mira, veo a mi señor sentado en el más allá y todo está placentero y
verde, y junto a él hay hombres y jóvenes criados. Él me llama, dejadme ir a él".
"Entonces se dirigieron con ella al barco. Allí se despojó de los dos brazaletes que llevaba
y se los dio a la anciana a la que llamaban Ángel de la Muerte y que era la encargada de
matarla. Se quitó también sus dos ajorcas y se las regaló a la hija de la anciana. La
subieron al barco, pero no la dejaron entrar todavía en la tienda de campaña. Llegaron
entonces hombres con escudos y barras de madera y le dieron nabid en una copa. Ella la
tomó, cantó y la vació.
" - Con esta copa - dijo el intérprete - se despide de sus amigas".
"Luego le alargaron otra copa más. La tomó y cantó una larga canción. Pero la vieja la
empujaba para que se diese prisa, vaciase la copa y entrara en la tienda de su señor
muerto. La miré y noté que el miedo la embargaba. Cierto que ella quería entrar en la
tienda, pero sólo asomaba la cabeza. Entonces la vieja la agarró por la cabeza, tiró de ella
hacia la tienda y entró acompañándola. Los hombres empezaron a golpear en los escudos
con sus barras de madera para que no la oyeran gritar y para que otras mujeres no se
asustasen y no quisieran ya morir con su señor.
"Entonces entraron seis hombres en la tienda y todos cohabitaron con la esclava. Después
la tendieron al lado del muerto. Dos hombres la agarraron por los pies, otros dos por las
manos y la anciana, a la que llamaban Ángel de la Muerte, le colocó un nudo corredizo
alrededor del cuello y alargó las puntas a los dos hombres para que tirasen. Ella misma
avanzó con un cuchillo grande y ancho, se lo clavó a la muchacha entre las costillas y lo
sacó. Los dos hombres la estrangulaban con el nudo, hasta que murió.
"Seguidamente se adelantó el pariente más próximo del difunto, tomó un madero y le
prendió fuego. Luego caminó de espaldas hacia el barco, vuelto su rostro al pueblo y en
una mano empuñaba el madero mientras la otra la tenía puesta en la parte trasera de su
cuerpo: iba desnudo y prendió fuego a las maderas que habían amontonado debajo del
barco. Luego se acercaron también los otros con sus maderas encendidas y las arrojaron
en la hoguera. Pronto ardió en llamas, primero el barco, luego la tienda de campaña,
luego el hombre y la muchacha y todo lo que el barco contenía.
"Sopló un fuerte viento, de modo que las llamas se hicieron aún mayores y el fuego, más
poderoso. Y ni siquiera había pasado una hora cuando ya el barco y la leña, la muchacha
y el muerto se habían convertido en cenizas. Seguidamente erigieron en el sitio donde
había estado el barco una colina redonda. En la cima colocaron un gran poste de madera
de abedul. En él escribieron el nombre del muerto y el nombre del rey de los Rus. Y
continuaron su camino."
Wolfson
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